jueves, 11 de julio de 2024

FRASES Y SENTENCIAS DEL LIBRO LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER (MILAN KUNDERA)



Si el hombre solo puede vivir una vida es como si no viviera en absoluto. 

Quería tener la seguridad de que la amistad erótica nunca llegaría a convertirse en la agresividad del amor. 

No se trataba más bien de la histeria de un hombre que en lo más profundo de su alma ha tomado conciencia de su incapacidad de amar y que por eso mismo empiezan a fingir amor ante sí mismo?. 

El hombre nunca puede saber qué debe querer porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. 

El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Pero qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? 

Solo una relación no sentimental en la que uno no reivindique la vida y la libertad del otro, puede hacer felices a los dos.

Dormir juntos era, en realidad el Corpus delicti del amor. 

En el mismo momento en que terminaba el acto amoroso sentía un deseo insuperable de quedarse solo; despertarse en medio de la noche junto a una persona extraña le desagradaba; levantarse por las mañanas junto con alguien le producía rechazo; no tenía ganas de que nadie hubiese Cómo se limpiaba los dientes en el cuarto de baño y la intimidad del desayuno para dos no le atraía.

La persona que desea abandonar el lugar en donde vive no es feliz.

No hay nada más pesado que la compasión. Ni siquiera el propio dolor es tan pesado como el dolor sentido con alguien, por alguien, para alguien, multiplicado por la imaginación prolongado en mil Ecos.

Solo aquello que es necesario, tiene peso; solo aquello que tiene peso, vale.

Todos consideramos impensable que el amor de nuestra vida pueda hacer algo leve, sin peso; creemos que nuestro amor es algo que tenía que ser; que sin él nuestra vida no sería nuestra vida. 

Aquel que no piensa en el cuerpo se convierte más fácilmente en su víctima. 

Solo la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje. Lo que ocurre necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los dias, es mudo. Sólo la casualidad nos habla.

El sueño no es solo un mensaje (eventualmente un mensaje cifrado), sino también una actividad estética, un juego de la imaginación que representa un valor en sí mismo. El sueño es una prueba de que la Fantasía, la ensoñación referida a lo que no ha sucedido, es una de las más profundas necesidades del hombre. Ésta es la raíz de la traicionera peligrosidad del sueño

¿Qué es el vértigo? ¿el miedo a la caída? Pero ¿por qué también tenemos vértigo en un mirador provisto de una valla segura? el vértigo es algo diferente del miedo a la caída. El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, no seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados.

Es precisamente el débil quien tiene que ser fuerte y saber marcharse cuando el fuerte es demasiado débil para ser capaz de hacerle daño al débil. 

También podríamos llamarlo la borrachera de la debilidad. Uno se percata de su debilidad y no quiere luchar contra ella, sino entregarse. Está borracho es su debilidad, quiere ser aún más débil, quiere caer en medio de la plaza, ante los ojos de todos, quiere estar abajo y aún más abajo que abajo. 

El ruido tiene una ventaja. No se oyen las palabras / la música, la negación de las frases, la música, la antipalabra.

Los extremos son la frontera tras la cual termina la vida, y la pasión por el extremismo en el arte y en la política es una velada ansia de muerte. 

Quien busque el infinito, que cierre los ojos. 

Para Sabina, vivir en la verdad, no mentirse a uno mismo ni mentir a los demás, sólo es posible en el supuesto de que vivamos sin público. En cuanto hay alguien que observe nuestra actuación, nos adaptamos, queriendo o sin querer, a los ojos que nos miran y ya nada de lo que hacemos es verdad. Tener público, pensar en el público, eso es vivir en la mentira. Sabina desprecia la literatura en la que los autores delatan todas sus intimidades y las de sus amigos. La persona que pierde su intimidad, lo pierde todo, piensa Sabina. Y la persona que se priva de ella voluntariamente es un monstruo. 

El amor, cuando se hace público, aumenta de peso, se convierte en una carga. 

Un drama vital siempre puede expresarse mediante una metáfora referida al peso. Decimos que sobre la persona cae el peso de los acontecimientos. La persona soporta esa carga o no la soporta, cae bajo su peso, gana o pierde. Pero qué le sucedió a Sabina? Nada. Había abandonado a un hombre porque quería abandonarlo. ¿La persiguió él? ¿Se vengó? No. Su drama no era el drama del peso, sino el de la levedad. Lo que había caído sobre Sabina no era una carga, sino la insoportable levedad del ser (132) 

Cuando una conversación privada ante una botella de vino se emite públicamente por la radio, ¿qué explicación puede darse si no la de que el mundo entero se ha convertido en un campo de concentración? El campo de concentración es un mundo en el que las personas viven permanentemente juntas, de día y de noche. La crueldad y la violencia no son más que rasgos secundarios. El campo de concentración es la liquidación total de la vida privada.

¿A qué se refiere el nombre? ¿solo algo incorpóreo inmaterial? 

Solo las preguntas más ingenuas son verdaderamente serias. Son preguntas que no tienen respuesta. Una pregunta que no tiene respuesta es una barrera que no puede atravesarse.

¿Qué es la coquetería? Podría decirse que es un comportamiento que pretende poner en conocimiento de otra persona que un acercamiento sexual es posible, de tal modo que esta posibilidad no aparezca nunca como seguridad. Dicho de otro modo: la coquetería es una promesa de coito sin garantía. 

Los amores son como imperios: cuando desaparece la idea sobre la que han sido construidos, perecen ellos también 

¡Qué indefenso está el hombre ante los elogios! No era sólo vanidad. Era mas que nada por falta de experiencia. Si usted está sentado cara a cara con alguien afable, respetuoso, Cortés, es muy difícil darse cuenta permanentemente de que nada de lo que dice es verdad, de que ninguna de sus afirmaciones es sincera. No creer requiere un enorme esfuerzo y exige entrenamiento. 

¿Qué buscaba en ellas? ¿Qué era lo que le llevaba hacia ellas? ¿No es el acto amoroso la eterna repetición de lo mismo? No. Siempre queda un pequeño porcentaje inimaginable. Claro que, cuando veía una mujer vestida, era capaz de imaginarse aproximadamente qué aspecto iba a tener desnuda, pero entre lo aproximado de la imagen y la precisión de la realidad quedaba la pequeña rendija de lo inimaginable que le intranquilizaba. La persecución de lo inimaginable No termina con el descubrimiento de la desnudez, sino que continúa más allá: ¿cómo se comportará cuando la desnude?, ¿qué dirá cuando le haga el amor?, en qué tonos sonarán sus suspiros?, ¿qué muecas tendrá grabadas en la cara en el momento del placer? El carácter único del 'yo' se esconde precisamente en lo que hay de inimaginable en el hombre. El 'yo' individual es aquello que se diferencia de lo general, o sea lo que no puede ser adivinado y calculado de antemano lo que en el otro es necesario descubrir, desvelar, conquistar. 

No está obsesionado por las mujeres, está obsesionado por lo que hay en cada una de ellas de inimaginable. 

La millonésima diferencial está presente en todos los campos de la vida humana, solo que en todos los demás está a los ojos del público, no es necesario descubrirla. Únicamente en la sexualidad la millonésima diferencial aparece como algo extraordinario, porque no está al alcance del público y es necesario conquistarla. 

La sexualidad sigue siendo la caja de caudales en la que está oculto el Secreto del yo de de la mujer.

Unos buscan en todas las mujeres su propio sueño, subjetivo y siempre igual, sobre la mujer. Los segundos son impulsados por el deseo de apoderarse de la infinita variedad del mundo subjetivo de la mujer. 
La obsesión de los primeros es lírica: se gustan a sí mismos en las mujeres, buscan su ideal y se ven repetidamente desengañados porque un ideal es, como sabemos, aquello que nunca puede encontrarse. El desengaño que los lleva de una mujer a otra le brinda a su inconstancia cierta disculpa romántica, de modo que muchas mujeres sentimentales pueden sentirse conmovidas por su terca poligamia. 
La segunda obsesión es épica y las mujeres no ven en ella nada conmovedor: el hombre no proyecta sobre las mujeres un ideal subjetivo; por eso todo le resulta interesante y nada puede desengañarlo. Y es precisamente esa incapacidad para el desengaño la que contiene algo de escandaloso. La obsesión del mujeriego épico produce a la gente la impresión de que no se ha pagado nada a cambio de ella (no se ha pagado por el desengaño) 

Parece como si existiera en el cerebro una región totalmente específica, que podría denominarse memoria poética y que registrar aquello que nos ha conmovido, encantado, que ha hecho hermosa nuestra vida... el amor empieza por una metáfora. Dicho de otro modo: el amor empieza en el momento en que una mujer inscribe su primera palabra en nuestra memoria poética. 

La vida humana acontece solo una vez y por eso nunca podremos averiguar Cuáles de nuestras decisiones fueron correctas y cuáles incorrectas. En la situación dada solo hemos podido decidir una vez y no nos ha sido dada una segunda, una tercera, una cuarta vida para comparar las distintas decisiones 

La historia es igual de leve que una vida humana singular, insoportablemente leve, leve como una pluma, como el polvo que flota, como aquello que mañana ya no existirá. 

Tomás piensa: amarrar el amor al sexo ha sido una de las ocurrencias mas extravagantes del Creador.

¿Es que la proximidad puede producir vértigo? Puede! 

Sin ningún tipo de preparación teológica, espontáneamente, comprendí desde niño la incompatibilidad entre la mierda y Dios y, de ahí, cuán dudosa resulta la tesis básica de la antropología cristiana según la cual el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Una de dos: o el hombre fue creado a semejanza de Dios y entonces Dios tiene tripas, o Dios no tiene tripasy entonces el hombre no se le parece. La mierda es un problema teológico más complejo que el mal. Dios les dio a los hombres la libertad y por eso podemos suponer que, al fin y al cabo, no es responsable de los crímenes humanos. Pero el único responsable de la mierda es aquel que creó al hombre.

La pregunta es como un cuchillo que rasga el Lienzo de la decoración pintada, para que podamos ver lo que se oculta tras ella Hay situaciones en las que las personas están condenadas a hacer teatro. 

Todos necesitamos que alguien nos mire! 
Sería posible dividirnos en cuatro categorías, según el tipo de mirada bajo la cual queremos vivir: La primera categoría anhela la mirada de una cantidad infinita de ojos anónimos, o dicho de otro modo, la mirada del público. 
La segunda categoría la forman los que necesitan para vivir la mirada de muchos ojos conocidos. Éstos son los incansables organizadores de cócteles y cenas. Son más felices que la persona de la primera categoría, quiénes, cuando pierden a su público, tienen la sensación de que en el salón de su vida se ha pagado la luz. A casi todos ellos le sucede esto alguna vez. En cambio, las personas de la segunda categoría siempre consiguen alguna de esas miradas. 
Luego está la tercera categoría, los que necesitan de la mirada de la persona amada. Su situación es igual de peligrosa que la de los de la primera categoría. Alguna vez se cerrarán los ojos de la persona amada y en el salón se hará la oscuridad. 
Y también una cuarta categoría, la más preciada, la de quienes viven bajo la mirada imaginaria de personas ausentes. Son los soñadores.

No hay seguridad alguna de que Dios haya confiado efectivamente al hombre El dominio de otros seres. Ese derecho nos parece evidente porque somos nosotros los que nos encontramos en la cima de esa jerarquía. Pero bastaría con que entrar en el juego un tercero, por ejemplo un visitante de otro planeta.

La humanidad vive a costa de las vacas. 

Ya en el Génesis, Dios confió al hombre el dominio sobre animales, pero esto podemos entenderlo en el sentido de que solo le 'cedió' ese dominio. El hombre no era el propietario, sino un administrador del planeta que, algún día, debería rendir cuentas de esa administración. 

Nunca seremos capaces de establecer con seguridad en qué medida nuestras relaciones con los demás son producto de nuestros sentimientos, de nuestro amor, de nuestro desamor, bondad o maldad, y hasta qué punto son el resultado de la relación de fuerzas existentes entre ellos y nosotros. La verdadera bondad del hombre solo puede manifestarse con absoluta limpieza y libertad en relación con quien no representa fuerza alguna. La verdadera prueba de la moralidad de la humanidad, la más honda (situada a tal profundidad que escapa nuestra percepción), radica en su relación con aquellos que están a su merced: los animales. 

 Nosotros, que hemos sido educados en la mitología del Antiguo Testamento, podríamos decir que un Idilio es la imagen que nos ha quedado como recuerdo del paraíso: la vida en el paraíso no semejaba una carrera en línea recta que nos conduce a lo desconocido, no era una aventura. Se movía un círculo entre cosas conocidas. Su uniformidad no era un aburrimiento, sino un motivo de felicidad.

La comparación entre Karenín y Adán me lleva a pensar que en el paraíso el hombre aún no era hombre. Más exactamente: el hombre aún no había sido lanzado a la órbita del hombre. Nosotros hace ya mucho que hemos sido lanzados y volamos por el vacío del tiempo que transcurre en línea recta. Pero aún sigue existiendo dentro de nosotros una estrecha cuerdecilla que nos ata lejano y nebuloso paraíso. La nostalgia del paraíso es el deseo del hombre de no ser hombre. 

El perro nunca ha sido expulsado del paraíso 

De la confusa mezcla de estas ocurrencias, crece ante Teresa una idea blasfema de la que no puede librarse: el amor que la une a Karenín es mejor que el que existe entre ella y Tomás. Mejor no mayor.

Le da la impresión de que la pareja humana está hecha de tal manera que su amor es a priori de peor clase que la que puede ser el amor entre una persona y un perro, esa extravagancia en la historia del hombre probablemente no planeada por el creador. 

Es un amor desinteresado: Teresa no quiere nada de Karenin. Ni siquiera le pide amor. Jamás se ha planteado los interrogantes que torturan a las parejas humanas: ¿me ama?, ¿ha amado a alguien más que a mí?, ¿me ama más de lo que yo amo a él? 

Es posible que todas estas preguntas que inquieren acerca del amor, que lo miden, lo analizan, lo investigan, lo interrogan, también lo destruyan antes de que pueda germinar. Es posible que no seamos capaces de amar precisamente porque seamos porque deseamos ser amados, porque queremos que el otro nos dé algo (amor), en lugar de aproximarnos a él sin exigencias y querer solo su mera presencia. 

Y algo más: Teresa aceptó a Karenin tal como era, no pretendía transformarlo a su imagen y semejanza, estaba de antemano de acuerdo con su mundo canino, no pretendía quitárselo, no tenía celos de sus aventuras secretas. No lo educó porque quisiera transformarlo (como quiere el hombre transformar a su mujer y la mujer a su hombre), sino para enseñarle un idioma elemental que lo hiciera posible la comprensión y la vida en común. 

Y luego el amor hacia el perro es voluntario, nadie la fuerza a él. 

Ninguna persona puede otorgarle a otra el don del Idilio. Eso solo lo sabe hacer el animal, porque no ha sido expulsado del paraíso. El amor entre un hombre y un perro es un Idilio. 

El tiempo humano no da vueltas en retorno sino que sigue una trayectoria recta. 

¿Cómo reconocer el momento en que el sufrimiento es ya inútil? 

El horror es un Impacto, un momento de absoluta ceguera. El horror está desprovisto de toda huella de belleza. No vemos más que la intensa luz del acontecimiento desconocido que aguardamos. 

Siempre le había reprochado secretamente que no la amaba bastante. su propio amor estaba para ella fuera de toda sospecha, mientras que consideraba el amor de él como simple amabilidad. 

Toda la vida había utilizado sus propias debilidades en contra de Tomás. 

Todos tendemos a considerar la fuerza como culpable y la debilidad como víctima inocente. 

Su debilidad era agresiva y le obligaba a constantes rendiciones, hasta que por fin dejó de ser fuerte y se convirtió en un conejito en su regazo 

La misión es una idiotez. No tengo ninguna misión. Nadie tiene ninguna misión. Y es un gran alivio sentir que eres libre, que no tienes una misión.

viernes, 20 de abril de 2018

martes, 10 de enero de 2017

FRASES Y SENTENCIAS DEL LIBRO "EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA" (GABRIEL GARCÍA MÁRQUÉZ)

EL DOCTOR JUVENAL URBINO




-Para referirse al suicidio: "Se habían puesto a salvo de los tormentos de la memoria" (11)

-Empezaba a iluminarse apenas con el resplandor del amanecer en la ventana abierta, pero era luz bastante para reconocer de inmediato la autoridad de la muerte.

-Medicinas secretas: "Se levantaba con los primeros gallos, y a esa hora empezaba a tomar sus medicinas secretas: bromuro de potasio para levantarse el aniño, salicilatos para los dolores de huesos en tiempos de lluvia, gotas de cornezuelo de centeno para los vahídos, belladona para el buen dormir. tomaba algo a cada hora, siempre a escondidas, porque en su larga vida de médico y maestro fue siempre contrario a recetar paliativos para la  vejez; le era más fácil soportar los dolores ajenos que los propios. En el bolsillo llevaba siempre una almohadilla de alcanfor que aspiraba a fondo cuando nadie lo estaba viendo, para quitarse el miedo de tantas medicinas revueltas". (18,19)

-Critica a la medicina: "Era capaz de saber lo que tenía un enfermo sólo por su aspecto, y cada vez desconfiaba mas de los medicamentos de patente y veía con alarma la vulgarización de la cirugía . Decía: "El bisturí es la prueba mayor del fracaso de la medicina". Pensaba que con un criterio estricto todo medicamento era veneno, y que el setenta por ciento de los alimentos corrientes apresuraban la muerte. En todo caso -solía decir-, la poca medicina que se sabe sólo la saben algunos médicos". (21)

-Sobre la muerte: "Cada quien es dueño de su propia muerte, y lo único que podemos hacer, llegada la hora, es ayudarlo a morir sin miedo ni dolor" (21)

-Compañerismo o amor: "Ella lo había acompañado hasta muy pocas horas antes de la muerte, como lo había acompañado durante media vida con una devoción y una ternura sumisa que se parecían demasiado al amor". (26)

-Amores clandestinos: "De todos modos le costaba trabajo entender que dos adultos libres y sin pasado, al margen de los prejuicios de una sociedad ensimismada, hubieran elegido el azar de los amores prohibidos. (...) la clandestinidad compartida con un hombre que nunca fue suyo por completo, y en la que más de una vez conocieron la explosión instantánea de la felicidad, no le pareció una condición indeseable. Al contrario: la vida le había demostrado que tal vez fuera ejemplar". (27)

-Compañerismo: "Lo había ayudado a sobrellevar la agonía con el mismo amor con que lo había ayudado a descubrir la dicha". (28)

-Jeremiah de Saint-Amour amaba la vida con una pasión sin sentido, amaba el mar y el amor, amaba a su perro y a ella, y a medida que la fecha se acercaba había ido sucumbiendo a la desesperación, como si su muerte no hubiera sido una resolución propia sino un destino inexorable. (29)

-Ciudad de esclavos: "Este moridero de pobres". no era una calificación gratuita. pues la ciudad, la suya, seguía siendo igual al margen del tiempo: la misma ciudad ardiente y árida de sus terrores nocturnos y los placeres solitarios de la pubertad, donde se oxidaban las flores y se corrompía la sal, y a la cual no le había ocurrido nada en cuatro siglos, salvo el envejecer despacio entre laureles marchitos y ciénagas podridas. en invierno, unos aguaceros instantáneos y arrasadores desbordaban las letrinas y convertían las calles en lodazales nauseabundos. En verano, un polvo invisible, áspero como de tiza al rojo vivo, se metía hasta por los resquicios  más protegidos de la imaginación, alborotado por unos vientos locos que desechaban casas y se llevaban a los niños por los aires. Los sábados, la pobrería mulata abandonaba en tumulto los ranchos de cartones y latón de las orillas de las ciénagas, con sus animales domésticos y sus trastos de comer y beber, y se tomaban en un asalto de júbilo las playas pedregosas del sector colonial. Algunos, entre los más viejos, llevaban hasta hacía pocos años la marca real de los esclavos, impresa con hierros cadentes en el pecho. durante el fin de semana bailaban sin clemencia, se emborrachaban a muerte con alcoholes de alambiques caseros, hacían amores libres entre los matorrales de icaco, y a la media noche del domingo desbarataban sus propios fandangos con trifulcas sangrientas de todos contra todos. era la misma muchedumbre impetuosa que el resto de la semana se infiltraba en las plazas y callejuelas de los barrios antiguos, con ventorrillos de cuanto fuera posible comprar y vender, y le infundían a la ciudad muerta un frenesí de feria humana olorosa a pescado frito: una vida nueva". (31,32)

-Fermina y Juvenal: "Acababan de celebrar las bodas de oro matrimoniales, y no sabían vivir ni un instante el uno sin el otro, o sin pensar el uno en el otro, y lo sabían cada vez menos a medida que se recrudecía la vejez. Ni él ni ella podían decir si esa servidumbre recíproca se fundaba en el amor o en la comodidad, pero nunca se lo habían preguntado con la mano en el corazón, porque ambos preferían desde siempre ignorar la respuesta. Ella había ido descubriendo poco a poco la incertidumbre de los pasos de su marido, sus trastornos de humor, las fisuras de su memoria, su costumbre reciente de sollozar dormido pero no los identificó como los signos inequívocos del óxido final, sino como una vuelta feliz a la infancia. Por eso no lo trataba como a un anciano difícil, sino como a un niño senil , y aquel engaño fue providencial para ambos porque los puso a salvo de la compasión". (45,46)

-"La sabiduría nos llega cuando ya no sirve para nada". (46)

-"Como siempre, se defendió atacando". (48)

-Rencores del amor: "El incidente, por supuesto, les dió oportunidad de evocar otros, muchos otros pleitos minúsculos de otros tantos amaneceres turbios. Unos resentimientos revolvieron otros, reabrieron cicatrices antiguas, las volvieron heridas nuevas, y ambos se asustaron con la comprobación desoladora de que en tantos años de lidia conyugal no habían hecho mucho más que pastorear rencores". (48,49)

-Potencia de orines: "El fue el primer hombre al que Fermina Daza oyó orinar. lo oyó la noche de bodas en el camarote del barco que los llevaba a Francia, mientras estaba postrada por el mareo, y el ruido de su manantial de caballo le pareció tan potente e investido de tanta autoridad, que aumentó su terror por los estragos que temía. Aquel recuerdo volvía con frecuencia a su memoria, a medida que los años iban debilitando el manantial, porque nunca pudo resignarse a que él dejara mojado el borde de la taza cada vez que la usaba. el doctor Urbino trataba de convencerla, con argumentos fáciles de entender por quien quisiera entenderlos, de que aquel accidente no se repetía a diario por descuido suyo, cmo ella insistía, sino por una razón orgánica: su manantial de joven eran tan definido y directo, que en el colegio había ganado torneos de puntería para llenar botellas, pero con los usos de la edad no solo fue decayendo, sino que se hizo oblicuo, se ramificaba, y se volvió por fin una fuente de fantasía imposible de dirigir, a pesar de los muchos esfuerzos que él hacía por enderezarlo. Decía: "El inodoro tuvo que ser inventado por alguien que no sabía nada de hombres"". (50,51)

-Rutinas de la vejez: "Fermina Daza bañaba al esposo con el mismo ritual de los hijos recién nacidos. El baño se prolongaba más de una hora, con aguas terciadas en las que habían hervido hojas de malva y cáscara de naranjas, y tenía para él un efecto tan sedante que a veces se quedaba dormido dentro de la infusión perfumada. Después de bañarlo, Fermina Daza lo ayudaba a vestirse, le echaba polvos de talco entre las piernas, le untaba manteca de cacao en las escaldaduras, le ponía los calzoncillos con tanto amor como si fueran un pañal, y seguía vistiéndolo pieza por pieza, desde las medias hasta el nudo de la corbata con el prendedor de topacio. Los amaneceres conyugales se apaciguaron , porque él volvió a asumir la niñez que le habían quitado los hijos. Ella, por su parte, terminó en consonancia con el horario familiar, porque también para ella pasaban los años: dormía cada vez menos, y antes de cumplir los setenta despertaba primero que el esposo". (52)

-Sobre la muerte: "El domingo de Pentecostés, cuando levantó la manta para ver el cadáver de Jeremiah de Saint-Amour el doctor Urbino tuvo la revelación de algo que le había sido negado hasta entonces en sus navegaciones más lúcidas de médico y de creyente. Fue como si después de tantos años de familiaridad con la muerte, después de tanto combatirla y manosearla por el derecho y el revés, aquella hubiera sido la primera vez en que se atrevió a mirarla a la cara, y también ella lo estaba mirando. No era el  miedo de la muerte. No: el miedo estaba dentro de él desde hacía muchos años, convivía con él, era otra sombra sobre su sombra, desde una noche en que despertó turbado por un mal sueño y tomó conciencia de que la muerte no era solo una probabilidad permanente, como lo había sentido siempre, sino una realidad inmediata". (52)

-"Estaba acostumbrada a la insondable capacidad de asombro de su esposo, a sus juicios excesivos que se volvían mas enrevesados con los años, a una estrechez de criterio que no se compadecía con su imagen pública". (53,54)

-"Un presidente liberal no le parecía ni más ni menos que un presidente conservador, sólo que peor vestido". (58,59)

-"Es una lástima encontrarse todavía con un suicidio que no sea por amor". (62)

-"Una generación que acaso no volviera a ser feliz fuera de sus retratos". (62)

-El olor de la vejez: "Por pura experiencia, aunque sin fundamento científico, el doctor Juvenal Urbino sabía que la mayoría de las enfermedades mortales tenían un olor propio, pero ninguno era tan específico como el de la vejez". (66)

-Miedo a la vejez: "La vejez era un estado indecente que debía impedirse a tiempo". (66)

-Miedo a la muerte: "A los ochenta y un años tenía bastante lucidez para darse cuenta de que estaba prendido a este mundo por las hilachas tenues que podían romperse sin dolor con un simple cambio de posición durante el sueño, y si hacía lo posible por mantenerlas era por el terror de no encontrar a Dios en la oscuridad de la muerte". 866)

-"El esplendor efímero de otra tarde de menos que se iba para siempre". (67)

-La muerte del doctor Juvenal Urbino: "Y entonces alcanzó a darse cuenta de que se había muerto sin comunión, sin tiempo para arrepentirse de nada ni despedirse de nadie, a las cuatro y siete minutos de la tarde del domingo de pentecostés (...) y el corazón le saltó en astillas cuando vio a su hombre tendido bocarriba en el lodo, ya muerto en vida, pero resistiéndose todavía un último minuto al coletazo final de la muerte para que ella tuviera tiempo de llegar. Alcanzó a reconocerla en el tumulto a través de las lagrimas del dolor irrepetible de morirse sin ella, y la miró por última vez para siempre jamás con los ojos mas luminosos, mas tristes y  más agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de  vida en común, y alcanzó a decirle con el último aliento: -Sólo Dios sabe cuánto te quise". (69)

-"Y como todos los primogénitos de cada generación, no había hecho nada notable, ni siquiera un hijo pasados los cincuenta años". (72)

-"Los muertos no pertenecen a nadie más que a la familia". (74)

-Reacción de Fermina ante la muerte del doctor Juvenal: "Le rogó a Dios que le concediera al menos un instante para que él no se fuera sin saber cuánto lo había querido por encima de las dudas de ambos, y sintió un apremio irresistible de empezar la vida con él otra vez desde el principio para decirse todo lo que se les quedó sin decir, y volver a hacer bien cualquier cosa que hubieran hecho mal en el pasado. pero tuvo que rendirse ante la intransigencia de la muerte. Su dolor se descompuso en una cólera ciega contra el mundo, y aún contra ella misma, y eso le infundió el dominio y el valor para enfrentarse sola a su soledad". (75)

-"Estaba convencido desde la soledad de su alma de haber amado en silencio mucho más que nadie jamás en este mundo". (77)

-Duelo de Fermina Daza: "Cuando oyó apagarse los pasos en la calle solitaria, cerró la puerta muy despacio, con la tranca y los cerrojos, y se enfrentó sola a su destino. Nunca, hasta este momento, había tenido una conciencia plena del peso y el tamaño del  drama que ella misma había provocado cuando apenas tenia dieciocho años y que había de perseguirla hasta la muerte. Lloró por primera vez desde la tarde del desastre, sin testigos, que era su único modo de llorar, Lloró por la muerte del marido, por su soledad y su rabia, y cuando entró en el dormitorio vacío lloró por ella misma, porque muy pocas veces había dormido sola en esa cama desde que dejó de ser virgen. Todo lo que fue del esposo le atizaba el llanto: las pantuflas de borlas, la piyama debajo de la almohada, el espacio sin él en la luna del tocador, su olor personal en su propia piel.
La estremeció un pensamiento vago: "La gente que uno quiere debería morirse con todas sus cosas". No quiso ayuda de nadie para acostarse, no quiso comer nada antes de dormir. Abrumada por la pesadumbre, le rogó a Dios que le mandara la muerte esta noche durante el sueño, y con esa ilusión se acostó, descalza pero vestida, y se durmió al instante. Durmió sin saberlo, pero sabiendo que continuaba viva en el sueño, que le sobraba la mitad de la cama, y que yacía de costado en la orilla izquierda, como siempre, pero que le hacía falta el contrapeso del otro cuerpo en la otra orilla. pensando dormida pensó que nunca más podría dormir así, y empezó a sollozar dormida, y durmió sollozando sin cambiar de posición en su orilla, hasta mucho después de que acabaron de cantar los gallos y la despertó el sol indeseable de la mañana sin él. sólo entonces se dio cuenta de que había dormido mucho sin morir, sollozando en el sueño, y que mientras dormía sollozando pensaba más en Florentino Ariza que en el esposo muerto". (80)


FLORENTINO ARIZA Y FERMINA DAZA




-"Habían transcurrido cincuenta y un años, nueve meses y cuatro días y no había pasado un día sin que ocurriera algo que lo hiciera acordarse de ella". (83)

-"Hasta el día en que conoció a Fermina Daza se le dañó la inocencia". (85)

-"Y esa mirada casual fue el origen de un cataclismo de amor que medio siglo después aún no había terminado". (86)

-Los síntomas del amor son iguales a los del cólera: "Cuando Florentino Ariza la vio por primera vez, su madre lo había descubierto desde antes  de que él se lo contara, porque perdió el habla y el apetito y se pasaba las noches en claro dando vueltas en la cama. Pero cuando empezó a esperar la respuesta  a su primera carta, la ansiedad se le complicó con cagantinas y vómitos verdes, perdió el sentido de la orientación y sufría desmayos repentinos, y su madre se aterrorizó porque su estado no se parecía a los desórdenes del amor sino a los estragos del cólera. El padrino de Florentino Ariza (...) se alarmó también a primera vista con el estado del enfermo, porque tenía el pulso tenue, la respiración arenosa y los sudores pálidos de los moribundos. Pero el examen le reveló que no tenia fiebre, ni dolor en  ninguna parte, y lo único concreto que sentía era una necesidad urgente de morir. Le bastó con un interrogatorio insidioso primero a él y después a la madre, para comprobar una vez más que los síntomas del amor son los mismos del cólera. Prescribió infusiones de flores de  tilo para entretener los nervios y sugirió un cambio de aires para buscar el consuelo en la distancia, pero lo que anhelaba Florentino Ariza era todo lo contrario: gozar de su martirio.
Tránsito Ariza era una cuarentona libre con un instinto de la felicidad malogrado por la pobreza, y se complacía en los sufrimientos del hijo como si fueran suyos. Le hacia beber las infusiones cuando lo sentía delirar y lo arropaba con mantas de lana para engañar a los escalofríos,  pero al mismo tiempo le daba ánimos para que se solazara en su postración.
-Aprovecha ahora que eres joven para sufrir todo lo que puedas -le decía-, que estas cosas no duran toda la vida". (95,96)

-"Los débiles no entrarían jamás en el reino del amor, que es un reino inclemente y mezquino, y que las mujeres sólo se entregan a los hombres de ánimo resuelto, porque les infunden la seguridad que tanto ansían para enfrentarse a la vida". (100)

-"No era el tipo de hombre que ella hubiera escogido". (102)

-Delirios del amor: " Así terminó pensando en él como nunca se hubiera imaginado que se podía pensar en alguien, presintiéndolo donde no estaba, deseándolo donde no podía estar, despertando de pronto con la sensación física de que él la contemplaba en la oscuridad mientras ella dormía". (103)

-Enamoramiento: " Fue el enamoramiento encarnizado. Ni el uno ni el otro tenían vida para nada distinto de pensar en el otro, para soñar con el otro, para esperar las cartas con tanta ansiedad como las las contestaban". (104)

-"No hay mujer que merezca tanto". (106)

-El riesgo del amor: "Contéstale que sí -le dijo-. Aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no". (109)

-En más de medio siglo de vida independiente, no había tenido el país ni un día de paz civil". (112)

-La guerra citadina: "La guerra está en el monte -dijo-. Desde que yo soy yo, en las ciudades no nos matan con tiros sino con decretos". (112)

-"Lo único peor que la mala salud es la mala fama". (123)

-El matrimonio como salvación: "Cuando su hija terminó la escuela primaria con cinco en todo y mención de honor en el acto de clausura, él comprendió que el ámbito de San Juan de la Ciénaga le quedaba estrecho a sus ilusiones. Entonces liquidó tierras y animales, y se trasladó con ímpetus nuevos y setenta mil pesos oro a esta ciudad en ruinas y con sus glorias apolilladas, pero donde una mujer bella y educada a la antigua tenía aún la posibilidad de volver a nacer con un matrimonio de fortuna". (123)

   EL DOCTOR JUVENAL URBINO Y FERMINA DAZA





-Los hechizos de la costumbre y de la cultura: "El doctor Juvenal Urbino se encomendó en cuerpo y alma a la divina providencia, porque no se sentía con ánimos para vivir un día más en su patria de escombros. Sin embargo, el afecto de los suyos, los domingos campestres, los halagos codiciosos de las solteras de su clase terminaron por mitigar las amarguras de la primera impresión. Fue habituándose poco a poco a los bochornos de octubre, a los olores excesivos, a los juicios prematuros de sus amigos, al mañana veremos, doctor, no se preocupe, hasta que terminó por rendirse a los hechizos de la costumbre". (159)

-Orgullos ciegos: "Pero aún lo mas complacientes de sus amigos notables se compadecían de su pasión ilusoria. Así eran: se pasaban la vida proclamando el orgullo de su origen, los méritos históricos de la ciudad, el precio de sus reliquias, su heroísmo y su belleza, pero eran ciegos a la carcoma de los años". (163)

-Hijos padres de sus padres: "Lo comprobó con la compasión de los hijos a quien la vida ha ido convirtiendo poco a poco en padres de sus padres, y por primera vez se dolió de no haber estado con el suyo en la soledad de sus errores". (165)

-"Eran gentes de vidas lentas, a las cuales no se les veía volverse viejas, ni enfermarse ni morir, sino que iban desvaneciéndose poco a poco en su tiempo, volviéndose recuerdos, brumas de época, hasta que los asimilaba el olvido". (166,167)

-"Juvenal Urbino iba a tener muy pronto la edad que había tenido su padre aquella tarde. Se sabía idéntico a él, y a la conciencia de serlo se había sumado ahora la conciencia sobrecogedora de ser tan mortal como él". (167)

-La virginidad de Florentino Ariza: "Una noche que interrumpió la lectura más temprano que de costumbre, se dirigía distraído a los retretes, cuando una puerta se abrió a su paso en el comedor desierto, y una mano de halcón lo agarró por la manga de la camisa y lo encerró en un camarote. Apenas si alcanzó a sentir el cuerpo sin edad de una mujer desnuda en las tinieblas, empapada en un sudor caliente y con la respiración desaforada, que lo empujó boca arriba en la litera, le abrió la hebilla del cinturón, le soltó los botones y se descuartizó a si misma acaballada encima de él, y lo despojó sin gloria de la virginidad. Ambos cayeron agonizando en el vacío de un abismo sin fondo oloroso  a marisma de camarones. ella yació después un instante sobre él, resollando sin aire, y dejó  de existir en la oscuridad". (207,208)

-Sabía que iba a casarse en una boda de estruendo y el ser que más la amaba y había de amarla hasta  siempre no tendría ni siquiera el derecho de morirse por ella". (212)

-La viuda de Nazareth: "Tenía ventiocho años y había parido tres veces, pero su desnudez conservaba intacto el vértigo de soltera. Florentino Ariza no había de entender nunca cómo unas ropas de penitente habían podido disimular los ímpetus de aquella potranca cerrera que lo desnudó sofocada con su propia fiebre, como no podía hacerlo con el esposo para que no la creyera una corrompida, y que trató de saciar en un solo asalto la abstinencia férrea del duelo, con el aturdimiento y la inocencia de cinco años de fidelidad conyugal. antes de esa noche, y desde la hora de gracia en que su madre la parió, no había estado nunca ni siquiera en la misma cama con un hombre distinto del esposo muerto". (217,218)

-"Ese fue su nido de amor, como ella lo llamaba sin ironía, donde solo recibió a quien fue de su gusto, cuando quiso y como quiso, y sin cobrar a nadie ni un cuartillo, porque consideraba que eran los hombres los que le hacían el favor". (218)

-"Siempre fue sin pretensiones de amar ni ser amada, aunque siempre con la esperanza de encontrar algo que fuera como el amor, pero sin lo problemas del amor". (219)

-Posturas del amor: "La incitó a dejarse ver mientras hacían el amor, a cambiar la posición convencional del misionero por la de la bicicleta  de mar, o del pollo a la parrilla, o del ángel descuartizado, y estuvieron a punto de romperse la vida al reventarse los hicos cuando trataban de inventar algo distinto en una hamaca. (...) Nunca entendió los encantos de la serenidad en la cama, ni tuvo un instante de inspiración, y sus orgasmos eran inoportunos y epidérmicos: un polvo triste. Florentino Ariza vivió mucho tiempo en el engaño de ser el único, y ella se complacía en que lo creyera". (219,220)

-"Te adoro porque me volviste puta". (220)

-La virginidad del matrimonio: "Florentino Ariza la había despojado de la virginidad de un matrimonio convencional, que era más perniciosa que la virginidad congénita y la abstinencia de la viudez. Le había enseñado que nada de lo que se haga en la cama es inmoral si contribuye a perpetuar el amor. Y algo que había de ser desde entonces la razón de su vida: la convenció de que uno viene al mundo con sus polvos contados, y los que no se usan por cualquier causa, propia o ajena, voluntaria o forzosa, se pierden para siempre". (220)

-Los idiomas: "Los idiomas hay que saberlos cuando uno va a vender algo. Pero cuando uno va a comprar, todo el mundo le entiende lo que sea" (236)

FLORENTINO ARIZA Y SUS MUJERES 

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-Nacer: "Los seres humanos no nacen para siempre el día que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga otra vez y muchas veces a parirse a sí mismos". (237)

-Envejecer: "Un hombre sabe cuando empieza a envejecer porque empieza a parecerse a su padre". (244)

-"Nunca aprendió a escribir sin pensar en ella". (245)

-"Ya no pudo decir si su costumbre de fornicar sin esperanza era una necesidad de la conciencia o un simple vicio del cuerpo". (250)

-Ausencia Santander lo volteó, lo paró de cabeza, lo subió y lo bajó, lo volvió a parir como nuevo, le hizo trizas sus virtuosismos teóricos, y le enseñó lo único que tenía que aprender para el amor: que a la vida no la enseña nadie". (252)

-"Se desvistieron ambos en el cuarto de al lado sin ponerse de acuerdo, sin sugerirlo siquiera, sin proponérselo, y siguieron desvistiéndose siempre que podían durante más de siete años". (254)

-"Siempre pensó que era mala suerte tener un hombre vestido dentro de la casa". (254)

-"Florentino Ariza era muy dado a los encantos de la desnudez, y ella le quitaba la ropa con un deleite cierto tan pronto como cerraba la puerta, sin darle tiempo siquiera de saludarla, ni de quitarse el sombrero ni  los lentes, besándolo y dejándose besar con besos desgranados, y soltándole los botones de abajo para arriba, primero los de la bragueta, uno por uno después de cada beso, luego la hebilla del cinturón, y por último el chaleco y la camisa, hasta dejarlo como un pescado vivo abierto en canal. después lo sentaba en la sala y le quitaba las botas, le tiraba de los pantalones por los perniles para quitárselos al mismo tiempo que los calzoncillos largos hasta los tobillos, y por último le desabrochaba las ligas elásticas de las pantorrillas y le quitaba las medias. Florentino Ariza dejaba entonces de besarla y de dejarse besar, para hacer lo único que le correspondía en aquella ceremonia puntual: soltaba el reloj de leontina del ojal del chaleco y se quitaba los lentes, y metía ambas cosas en las botas para estar seguro de no olvidarlas. Siempre tomó esa precaución, siempre sin falta, cuando se desnudaba en casa ajena. No bien acababa de hacerlo cuando ella lo asaltaba sin darle tiempo de nada, ya fuera en el mismo sofá donde acababa de desnudarlo, y solo de vez en cuando en la cama. Se le metía  debajo y se apoderaba de todo él para toda ella, encerrada dentro de sí misma, tanteando con los ojos cerrados en su absoluta oscuridad interior, avanzando por aquí, retrocediendo, corrigiendo su rumbo invisible, intentando otra vía mas intensa, otra forma de andar sin naufragar en la marisma de micílago que fluía de su vientre, preguntándose y contestándose a sí misma con un zumbido de moscadón en su jerga nativa dónde estaba ese algo en las tinieblas que sólo ella conocía y ansiaba solo para ella hasta que sucumbía sin esperar a nadie, se desbarrancaba sola en su abismo con una explosión jubilosa de victoria total que hacia temblar el mundo. 
-Instrumentos: Florentino Ariza se quedaba exhausto, incompleto, flotando en el charco de sudores de ambos, pero con la impresión de no ser más que instrumento de gozo. Decía: "Me tratas como si fuera uno más". Ella soltaba una risa de hembra libre, y decía: "Al contrario: como si fueras uno menos" (254,255,256)

-"No iba en realidad sino a lo que iba". (256)

-"El mundo está dividido entre los que cagan bien y los que cagan mal". (262)

-Amor desesperanzado. "-Ay Florentino Ariza -le dijo-, llevo diez años sentada aquí esperando que me lo preguntes.
Ya era tarde: la ocasión iba con ella en el tranvía de mulas, había estado con ella en la misma silla en que estaba sentada, pero ahora se había ido para siempre. la verdad era que después de tantas perrerías soterradas que había hecho por él, después de tanta sordidez soportada para él, ella se le había adelantado en la vida y estaba mucho más allá de los veinte años de edad que él le llevaba de ventaja: había envejecido para el. lo quería tanto, que en vez de engañarlo prefirió seguir amándolo aunque tuviera que hacérselo saber de un modo brutal" (269)

-Ambigüedad Femenina: "Cuando una mujer dice que no, se queda esperando que le insistan antes de tomar la decisión final" (270)

-"A lo mejor es por eso que hace tantas cosas -dijo-: para no tener que pensar". (275)

-"Con matrimonio o sin él, sin Dios o sin ley, no valía la pena vivir si no era para tener un hombre en la cama" (282)

-Matrimonio tradicional: "En realidad se comportó siempre como si fuera el esposo eterno de Fermina Daza, un esposo infiel pero tenaz, que luchaba sin tregua por liberarse de su servidumbre, pero sin causarle el disgusto de una traición" (283)

-Los estados del amor: "En la plenitud de sus relaciones, Florentino Ariza se había preguntado cuál de los dos estados sería el amor, el de la cama turbulenta o el de las tardes apacibles de los domingos, y Sara Noriega lo tranquilizó con el argumento sencillo de que todo lo que hicieran desnudos era amor. Dijo: "Amor del alma de la cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo". (285)

-La vida de las viudas: "Empezaban viviendo como parásitas de sombras en los caserones desiertos, se volvían confidentes de sus sirvientas, amantes de sus almohadas, sin nada que hacer después de tantos años de cautiverio esteril. malgastaban las horas sobrantes cosiendo en la ropa del muero los botones que nunca habían tenido tiempo de reponer, planchaban y volvían a planchar sus camisas de puños y cuellos de parafina para que siempre estuvieran perfectas. Seguían poniendo su jabón en el baño, la funda con sus iniciales en la cama, el plato y los cubiertos en su lugar de la mesa, por si acaso volvían de la muerte sin avisar, como solían hacerlo en vida. Pero en aquellas misas de solemnidad iban tomando conciencia de que otra vez eran dueñas de su albedrío, después de haber renunciado no solo a su nombre de familia sino a la propia identidad, y todo eso a cambio de una seguridad que no fue más que una más de sus tantas ilusiones de novias. Sólo ellas sabían cuanto pesaba el hombre que amaban con locura, y que quizá las amaba, pero al que habían tenido que seguir criando hasta el último suspiro, dándole de mamar, cambiándole los pañales embarrados, distrayéndole con engañifas de madre para aliviarle el terror de salir de  la casa instigado por ellas mismas a tragarse el mundo, entonces eran ellas las que se quedaban con el terror de que el hombre no volviera nunca. Eso era la vida. El amor, si lo había, era una cosa aparte: otra vida.
En el ocio reparador de la soledad, en cambio, las viudas descubrían que la forma honrada de vivir era a merced del cuerpo, comiendo sólo por hambre, amando sin mentir, durmiendo sin tener que fingirse dormidas para escapar a la indecencia del amor oficial, dueñas por fin del derecho a una cama entera para ellas solas en la que nadie les disputaba la mitad de la sábana, la mitad de su aire de respirar, la mitad de su noche, hasta que el cuerpo se saciaba de soñar con sus sueños propios, y despertaba solo". (291,291)

LA VIDA DE CASADA DE FERMINA DAZA 

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-El amor vs. los ofrecimientos materiales: "La verdad es que las pretensiones de Juvenal Urbino  no habían sido nunca planteadas en términos de amor, y era por lo menos curiosos que un militante católico como él sólo le ofreciera bienes terrenales: la seguridad, el orden, la felicidad, cifras inmediatas que una vez sumadas podrían tal vez parecerse al amor: casi el amor. Pero no lo eran, y esas dudas aumentaban su confusión, porque tampoco estaba convencida de que el amor fuera en realidad lo que mas falta hacía para vivir". (294)

-"Los hijos no se quieren por ser hijos sino por la amistad de la crianza". (296,297)

-"A la mierda el abanico que es tiempo de brisa". (299)

-Problemas del matrimonio: "El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno". (300)

-"Después de diez años de casados las mujeres tenían la regla hasta tres veces por semana". (301)

-Vida en sociedad: "La vida mundana, que tantas incertidumbres le causaba antes de conocerla, no era más que un sistema de pactos atávicos, de ceremonias banales, de palabras previstas, con el cual se entretenían en sociedad unos a otros para no asesinarse". (302)

-Vida publica y vida conyugal: "El problema de la vida pública es aprender a dominar el terror, el problema de la vida conyugal es aprender a dominar el tedio". (302)

-Negación del tiempo: "Hasta entonces se había comportado como si el tiempo no pasara para él sino para los otros". (312,313)

-El Amor Vs. Los Hijos: "El doctor Urbino, por su parte, entendió que era imposible recuperar a la esposa de un modo tan completo como la tuvo en el viaje de bodas, porque la parte de amor que él quería era la que ella le había dado a los hijos con lo mejor de su tiempo, pero aprendió a vivir y a ser feliz con los residuos". (315,316)

-Los niños Vs. los adultos: "No le era fácil establecer diferencias reales entre los niños y los adultos, pero en último análisis prefería a los niños, porque tenían criterios más ciertos" (316)

-Matrimonio: Servidumbre de lujo: "Apenas doblado el cabo de la madurez, desprovista por fin de cualquier espejismo, empezó a vislumbrar el desencanto de no haber sido nunca lo que soñaba ser cuando era joven (...) sino algo que nunca se atrevió a decirse ni siquiera a si misma: una sirvienta de lujo.(...) Siempre se sintió viviendo una vida prestada por el esposo: soberana absoluta de un vasto imperio de felicidad edificado por él y sólo para él. Sabía que él la amaba más allá de todo, más que a nadie en el mundo, pero sólo para él: a su santo servicio. (...) Si algo la mortificaba era la cadena perpetua de las comidas diarias. Pues no sólo tenían que estar a tiempo: tenían que ser perfectas, y tenían que ser justo lo que él quería comer sin preguntárselo. Si ella lo hacía alguna vez, como una de las tantas ceremonias inútiles del ritual doméstico, él ni siquiera levantaba la vista del periódico para contestar: "cualquier cosa". Lo decía de verdad, con su modo amable, porque no podía concebirse un marido menos despótico. Pero a la hora de comer no podía ser cualquier cosa, sino justo lo que él quería, y sin la mínima falla: que la carne no supiera a carne, que el pescado no supiera a pescado, que el cerdo no supiera a sarna, que el pollo no supiera a plumas. Aun cuando no era tiempo de espárragos había que encontrarlos a cualquier precio (...) No lo culpaba a él: culpaba a la vida. Pero él era un protagonista implacable de la vida. Era un marido perfecto: nunca recogía nada del suelo, ni apagaba la luz, ni cerraba la puerta" (317,318)

-"En el curso de los años ambos llegaron por distintos caminos a la conclusión sabia de que no era posible vivir juntos de otro modo, ni amarse de otro modo: nada en este mundo era más díficil que el amor" (319)

PENÚLTIMO CAPITULO

-Verdad: "Quería encontrar la verdad, y la buscaba con unas ansias apenas comparables al terrible temor de encontrarla". (342)

-Amor con afanes: "Había adoptado la precaución de ponerse una falda ancha los días en que lo esperaba, una preciosa pollera de Jamaica con volantes de flores coloradas, pero sin ropa interior, sin nada, creyendo que la facilidad iba a ayudarlo contra el miedo. Pero él malgastaba todo y cuanto ella hacía por hacerlo feliz. La seguía jadeando hasta el dormitorio, empapado de sudor, y entraba en estampida tirándolo todo al suelo, el bastón, el  maletín de médico, el sombrero panamá, y hacía un amor de pánico con los pantalones enrollados en las corvas, con el saco abotonado para que le estorbara menos, con la leontina de oro en el chaleco, con los zapatos puestos, con todo, y más pendiente de irse cuando antes que de cumplir con su placer. Ella se quedaba en ayunas, entrando apenas en su túnel de soledad, cuando ya él estaba abotonándose de nuevo, exhausto, como si hubiera hecho el amor absoluto en la línea divisoria de la vida y la muerte, cuando en realidad no había hecho sino lo mucho que el acto de amor tiene de hazaña física," (352)

-Pediatría y Medicina: "Le había aconsejado la pediatría como la especialidad mas honesta, porque los niños sólo se enferman cuando en realidad están enfermos, y no pueden comunicarse con el médico con palabras convencionales sino con síntomas concretos de enfermedades reales. Los adultos, en cambio, a partir de cierta edad, o bien tenían síntomas sin las enfermedades, o algo peor: enfermedades graves con síntomas de otras inofensivas:" (353)

-Miedo y Rabia: "Ella interponía siempre una barrera de rabia para que no se le notara el miedo." (357)

-Rabia y Debilidad: "Y entonces le daba mas rabia cuando mas lloraba, porque no lograba perdonarse la debilidad de llorar." (357)

-La inutilidad de la verdad: "Y entonces él se lo contó todo, sintiendo que se quitaba de encima el peso del  mundo, porque estaba convencido de que ella lo sabía  y sólo le faltaba confirmar los pormenores. Pero no era así, por supuesto, de modo que mientras él hablaba ella volvió a llorar, y no con sollozos tímidos como al principio, sino con unas lagrimas sueltas  y salobres que se le escurrían por la cara, y le ardían en el camisón de dormir y le inflamaban la vida, pero él no había hecho lo que ella esperaba con el alma en un hilo, y era que lo negara todo hasta la muerte, que se indignara por la calumnia, que se cagara a gritos en esta sociedad de mala madre que no tenía el menor reparo en pisotear la honra ajena, y que se hubiera mantenido imperturbable aun frente a las pruebas demoledoras de su deslealtad: como un hombre." (358)

-La verdad es sólo de dos (continuación del fragmento anterior): "Luego, cuando él le contó que había estado esa tarde con su confesor, temió quedarse ciega de rabia... Que su esposo le hubiera permitido al confesor inmiscuirse hasta ese punto en una intimidad que no era sólo la suya, sino también  la de ella, era algo que iba más allá de todo." (358-359)

-Miedo a la decrepitud: "No le tuvo nunca tanto miedo a la muerte como a la edad infame en que tuviera que ser llevado del brazo por una mujer."  (367)

-"Pórtate bien - le dijo-. Hace mucho tiempo me di cuenta que no eres el hombre que busco." (369)

-Las edades de las mujeres: "Para las mujeres sólo había dos edades: la edad de casarse, que no iba más allá de los veintidós años, y la edad de ser solteras eternas. las quedadas. Las otras, las casadas, las madres, las  viudas y las abuelas, eran una especie distinta que no llevaba la cuenta de la edad en relación con los años vividos, sino en relación con el tiempo que les faltaba para morir." (371-372)

-"Al pobre y al feo todo se le va en deseo." (373)

-Un país sin cambio: "-Voy a cumplir cien años, y he visto cambiar todo, hasta la posición de los astros en el universo, pero todavía no he visto cambiar nada en este país -decía-. Aquí se hacen nuevas constituciones, nuevas leyes, nuevas  guerras cada tres meses, pero seguimos en la Colonia." (381)

La amantes de Florentino: "A falta de una deseó estar con todas al mismo tiempo, como siempre que estaba asustado. Pues  aun en sus épocas más difíciles y en sus momentos peores, había mantenido algún vínculo, por débil que fuera, con las incontables amantes de tantos años: siempre siguió el hijo de sus vidas." (385)

-Divisa de mosqueteros: "Infieles pero no desleales." (386)

-Como retiene una mujer: "Le arrancaba los botones de la ropa para que él tuviera que demorarse en su casa mientras se los volvía a coser." (386)

-Amar a muchos: " Con ella aprendió Florentino Ariza lo que ya había padecido muchas veces sin saberlo: que se puede estar enamorado de varias personas a la vez, y de todas con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna." (387)

-"El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas." (387)

-"El tuvo el presentimiento atroz de que iban a hacer juntos la siesta  de muchos domingos." (389)

-"La vejez era contagiosa." (392)

-Amor conyugal: "Y se trataban con la confianza de dos esposos que se habían ocultado tantas cosas en esta vida que ya no les quedaba casi nada para decirse." (393)

-"Nada se parece tanto a una persona como la forma de su muerte." (394)


                  EL VIAJE DE FERMINA Y FLORENTINO

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-Viudez y la soledad de la muerte: "Quería ser otra vez ella misma, recuperar todo cuanto había tenido que ceder en medio siglo de una servidumbre que la había hecho feliz, sin duda, pero que una vez muerto el esposo no le quedaba a ella ni los vestigios de su identidad. Era un fantasma en una casa ajena que de un día para otro se había vuelto inmensa y solitaria, y en la cual vagaba a la deriva, preguntándose angustiada quien estaba más muerto: el que se había muerto o la que se había quedado. (398) 

-Duelo: "No podía sortear un recóndito sentimiento de rencor contra el marido por haberla dejado sola en medio del océano. Todo lo suyo le provocaba el llanto: la pijama debajo de la almohada, las pantuflas que siempre le parecieron de enfermo, el recuerdo de su imagen desvistiéndose en el fondo del espejo mientras ella se peinaba para dormir, el olor de su piel que había de persistir en la de ella mucho tiempo después de la muerte. Se detenía a mitad de cualquier cosa que estuviera haciendo y se daba una palmadita en la frente, porque de pronto se acordaba de algo que olvidó decirle. A cada instante le venían a la mente tantas preguntas cotidianas que sólo él le podía contestar. Alguna vez él le había dicho algo que ella no podía concebir: los amputados sienten dolores, calambres, cosquillas, en la pierna que ya no tienen. Así se sentía ella sin él, sintiéndolo estar donde ya no estaba." (398-399)

-"El deseo de olvidarlo era el más fuerte estimulo para recordarlo." (402)

-"Así, pensaba en él sin quererlo, y cuanto más pensaba en en él más rabia le daba, y cuanto más rabia le daba ,más rabia le daba." (405)

-"No podía evitarlo: siempre que se encontraba al borde del cataclismo, la hacía falta el amparo de una mujer." (406)

-"Sabía que no era fácil someterse a su mezquindad, a sus necedades de viejo prematuro, a su orden maniático, a su ansiedad de pedirlo todo sin dar nada de nada, pero a cambio de eso no había un hombre que se dejara acompañar mejor que él." (409)

-La desnudez en la vejez: "Hacía tiempo se había visto en la luna del ropero, y había comprendido de pronto que no tendría valor para dejarse ver desnuda ni de él ni de nadie." (409)

-"Las mujeres piensan más en el sentido oculto de las preguntas que en le preguntas mismas." (410)

-"Habría que inventarse qué se hace con las cosas que no sirven para nada pero que tampoco se pueden botar." (429)

-Las cartas: "-Claro -dijo ella-. Al fin y al cabo las cartas son del que las escribe. ¿No es cierto? -Así es -dijo-. Por eso es lo primero que se devuelve cuando hay una ruptura." (438)

-"Que se vayan a la mierda -dijo-. Si alguna ventaja tenemos las viudas, es que ya no nos queda nadie que nos mande." (460)

-"Qué hacer con el amor que se le había quedado sin dueño." (468)

-"Estaba perdida en la ansiedad de entender." (468)

-Tratando de definir el amor: "Es increíble cómo se puede ser tan feliz durante tantos años, en medio de tantas peloteras, de tantas vainas, carajo, sin saber en realidad si eso es amor o no." (468)

-Fuerza femenina: "Los hombres somos unos pobres siervos de los prejuicios (...) En cambio, cuando una mujer decide acostarse  con un hombre, no hay talanquera que no salte, ni fortaleza que no derribe, ni consideración moral alguna  que no esté dispuesta a pasarse por el fundamento: no hay dios que valga." (469)

-"Se ofuscó al saludarlo, y él se ofuscó  más con la cara de ofuscación de ella. La conciencia de que se comportaban como novios los ofuscó más aún, y la conciencia de que ambos estaban ofuscados acabó de ofuscarlos." (470)

-Igualdad de Género: " El sabía que las mujeres son iguales a los hombres en sus aventuras secretas: las mismas estratagemas, las mismas inspiraciones súbitas, las mismas traiciones sin remordimientos." (483)

-El amor cercano a la hora de la muerte: "Más allá de las trampas de la pasión, más allá de las burlas brutales de las ilusiones y los espejismos de los desengaños: más allá del amor. Pues habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte." (491)

-"El horror de la vida real." (492)

-"Es la vida más que la muerte, la que no tiene límites." (495)



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CAPITULO 8: EL PRINCIPIO DEL FIN - PREGUNTAS, FRAGMENTOS Y VÍDEOS EXPLICATIVOS SOBRE EL LIBRO "DEMIÁN" DE HERMANN HESSE


CAPITULO 8: EL PRINCIPIO DEL FIN 




Siempre me había preguntado por qué tan pocos hombres vivían por un ideal. Ahora supe que muchos, casi todos los hombres, eran capaces de morir por un ideal; pero tenía que ser un ideal colectivo y transmitido, y no personal, y libremente elegido.

(...) habían comprendido que el odio, la ira, el matar y aniquilar no estaban unidos al objeto de la guerra. No, el objeto y los objetivos eran completamente casuales. Los sentimientos primarios, hasta los más salvajes no estaban dirigidos al enemigo; su acción sangrienta era sólo reflejo del interior, del alma dividida, que necesita desfogarse, matar, aniquilar y morir para poder nacer.
                                                                                                          

Pero, a veces, cuando en la clave y desciendo a mi interior, donde descansan, en un oscuro espejo, las imágenes  del destino, no tengo más que inclinarme sobre el negro espejo para ver mi propia imagen, que ahora se asemeja totalmente a él, mi amigo y guía.

PREGUNTAS

Si matar, ofender, odiar o inclinarse a la confrontación con los demás, no responde a razones propias de dicho enfrentamiento, sino al reflejo de un interior dividido. ¿Qué aspecto de tu interior sientes que incide en tu actitud hacia los demás?

VIDEO EXPLICATIVO


CAPITULO 7: EVA - PREGUNTAS, FRAGMENTOS Y VÍDEOS EXPLICATIVOS SOBRE EL LIBRO "DEMIÁN" DE HERMANN HESSE

CAPITULO 7: EVA 

(…) había amado y, a través del amor,
se había encontrado a sí mismo.
La mayoría ama para perderse.

La solidaridad – dijo Demian – es algo hermoso. Pero lo que vemos florecer por ahí no es solidaridad. Algún día renacerá del conocimiento del individuo por los individuos y durante algún tiempo transformará el mundo. Lo que existe ahora no es más que espíritu gregario. Los hombres se unen porque tienen miedo los unos de los otros, los señores se asocian, los trabajadores se asocian, los sabios se asocian. ¿Y por qué tienen miedo? Sólo se tiene miedo cuando se está en disensión consigo mismo.

A puerto nunca se llega – dijo amablemente -, Pero cuando los senderos amigos se cruzan, todo el universo semeja por un momento el puerto anhelado.

PREGUNTAS

En nombre del amor se procura sobretodo la fidelidad del otro, asociada frecuentemente al respeto. ¿Qué opinión te merece que el amor encuentre en sí mismo la certeza?

Si a puerto nunca se llega, que nos hace persistir en el anhelo de atracar para siempre?

VIDEO EXPLICATIVO 

CAPITULO 6: LA LUCHA DE JACOB - PREGUNTAS, FRAGMENTOS Y VÍDEOS EXPLICATIVOS SOBRE EL LIBRO "DEMIÁN" DE HERMANN HESSE

CAPITULO 6  LA LUCHA DE JACOB


Eran palabras sobre la lucha de Jacob con el ángel de Dios,
Y aquella frase: “No te dejaré hasta que me hayas bendecido.”

Ah, cada religión tiene su belleza! La religión es alma pura, y de lo mismo que uno comulgue como los cristianos o que peregrine a la Meca. (…) El sacerdote no quiere convertir a nadie; quiere únicamente vivir entre creyentes, entre sus iguales, y quiere ser portador y expresión del sentimiento que forja a nuestros dioses.

Yo no digo que usted  haga todo lo que le pase por su mente. No. Pero tampoco debe usted envenenar las ideas, reprimiéndolas y moralizando en torno a ellas, porque todo tiene su sentido.

Ya se verá si nosotros, usted y yo y algunos más, somos capaces de renovar el mundo. Pero debemos renovarlo en nosotros mismos, día a día; si no, nada valemos.

Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que se encuentra en nosotros mismos. Lo que no está dentro de nosotros mismos no nos inquieta.

Cada hombre tiene que dar una vez el paso que le aleja de su padre; de su maestro; cada cual tiene que probar la dureza de la soledad, aunque la mayoría de los hombres aguanta poco y acaba por claudicar.

No existía ningún deber, ninguno, para un hombre consciente, excepto el de buscarse a sí mismo, afirmarse en su interior, tantear el camino hacia adelante sin preocuparse de la meta a que pudiera conducir. Aquel descubrimiento me conmovió profundamente; éste fue el fruto de aquella experiencia.

La misión verdadera de cada uno era llegar a sí mismo. Se podía llegar a poeta o a loco, a profeta o a criminal; eso no era asunto de uno a fin de cuentas, carecía de toda importancia. Lo que importaba era encontrar el propio destino, no un destino cualquiera, y vivirlo por completo. Todo lo demás eran medianías, un intento vano de evasión, de encontrar refugio en el ideal de la masa; era amoldarse; era miedo ante la propia individualidad.

Quien desee solamente cumplir su destino, no tiene modelo, ni ideales, nada querido y consolador. Este es el camino que habría que seguir. La gente como usted y como yo está muy sola; pero, al fin y al cabo, nosotros tenemos nuestra amistad, tenemos la satisfacción secreta de rebelarnos, de desear lo extraordinario. También hay que renunciar a eso cuando se quiere seguir el camino siendo consecuente. Tampoco se puede querer ser revolucionario, ni mártir, ni dar ejemplo. Sería inimaginable.  

PREGUNTAS

¿En algún momento de tu vida un principio ideológico heredado te ha hecho censurar alguna opinión personal?

¿Qué opinión tienes frente a la idea de que cuando se odia, lo que se odia es algo dentro de nosotros mismos?

¿Si tuvieras que mencionar un mentor, guía o tutor que tuviste que dejar atrás para asumirte individualmente, quien sería?

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