CAPITULO 8: EL PRINCIPIO DEL FIN
Siempre
me había preguntado por qué tan pocos hombres vivían por un ideal. Ahora supe
que muchos, casi todos los hombres, eran capaces de morir por un ideal; pero
tenía que ser un ideal colectivo y transmitido, y no personal, y libremente
elegido.
(...)
habían comprendido que el odio, la ira, el matar y aniquilar no estaban unidos
al objeto de la guerra. No, el objeto y los objetivos eran completamente
casuales. Los sentimientos primarios, hasta los más salvajes no estaban
dirigidos al enemigo; su acción sangrienta era sólo reflejo del interior, del
alma dividida, que necesita desfogarse, matar, aniquilar y morir para poder
nacer.
Pero,
a veces, cuando en la clave y desciendo a mi interior, donde descansan, en un
oscuro espejo, las imágenes del destino,
no tengo más que inclinarme sobre el negro espejo para ver mi propia imagen,
que ahora se asemeja totalmente a él, mi amigo y guía.
PREGUNTAS
Si matar, ofender, odiar o inclinarse a la confrontación con
los demás, no responde a razones propias de dicho enfrentamiento, sino al
reflejo de un interior dividido. ¿Qué aspecto de tu interior sientes que incide
en tu actitud hacia los demás?
VIDEO EXPLICATIVO
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