martes, 10 de enero de 2017

CAPITULO 4: BEATRICE - PREGUNTAS, FRAGMENTOS Y VÍDEOS EXPLICATIVOS SOBRE EL LIBRO "DEMIÁN" DE HERMANN HESSE

CAPITULO 4 BEATRICE

El problema seguía siendo así, con el tiempo, podría yo llegar a ser un buen hijo y un ciudadano útil o si mi naturaleza me empujaría por otros caminos. Mi último intento de ser feliz a la sombra del hogar y dentro del espíritu paterno había durado mucho; a veces lo había conseguido, pero al final fracasé por completo.

El mundo exterior me era completamente indiferente, y, durante días, no hacía más que escucharme a mí mismo y los torrentes misteriosos y oscuros que fluían dentro de mí.  

…y a mí se me hinchaba el corazón del placer de dejar correr generosamente todos los deseos acumulados de hablar y comunicarme, de ser reconocido por alguien y de valer algo a los ojos de uno mayor que yo.

 A pesar de todo, constituía casi un placer sufrir estos tormentos. Había vegetado tanto tiempo, ciego e insensible, y mi corazón había callado tanto tiempo, empobrecido y arrinconado, que esta autocuración, este horror, todo este sufrimiento espantoso del alma, eran un alivio. Eran al menos sentimientos, sentimientos ardientes en los que latía un corazón. Desconcertado, sentí en medio de la miseria algo así como una liberación y una nueva primavera.

Y mientras yo me divertía y a menudo, en torno a una mesa sucia en tabernas de baja estofa, asustaba a mis amigos con mi inaudito cinismo, tenía en el fondo del corazón un gran respeto por todo aquello que ridiculizaba y en mi interior me arrodillaba ante mi alma, ante mi pasado, ante mi madre, ante Dios.

Era todo como una obligación, Yo hacía lo que creía que debía hacer; de otra forma, no hubiera sabido que hacer conmigo mismo.

Aquel día de primavera encontré en el parque a una muchacha que me atrajo mucho (…) Le puse el nombre de Beatrice, nombre que conocía, sin haber leído a Dante, por una pintura inglesa cuya reproducción guardaba (…) Nunca crucé con Beatrice ni una palabra. Sin embargo, ejerció en aquella época una influencia profundísima sobre mí. Colocó ante mí su imagen, me abrió un santuario, me convirtió en un devoto que reza en un templo (…) De nuevo podía estar solo.

-       ¡Bah! ¿Para qué discutir? En todo caso, es probable que la vida de un borracho y libertino sea más animada que la del ciudadano intachable; y además – he leído una vez – el libertinaje es la mejor preparación para el misticismo. Siempre son hombres como San Agustín los que se convierten en profetas. También él fue antes un disoluto y un hombre de mundo.

Todo había comenzado con Beatrice; pero desde hacía tiempo vivía con mis pensamientos sobre Demian en un mundo tan irreal que la había perdido totalmente de vista, incluso en mis pensamientos. No hubiera podido contar a nadie una palabra de mis sueños, esperanzas y transformaciones interiores, aunque hubiera querido. Pero, ¿Cómo lo iba a querer?


PREGUNTAS 

-¿Alguna vez has percibido que tus preocupaciones resultan difíciles de comprender por la mayoría?

-¿Te has sentido alguna vez tan familiarizado con tu dolor, que no sentirlo podría llegar a preocuparte?

VIDEO EXPLICATIVO

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