CAPITULO 2 CAIN
No parecía en
absoluto un alumno haciendo sus deberes,
sino un
investigador dedicado a sus propios problemas.
Yo
había vivido en un mundo claro y limpio, había sido una especie de Abel, y
ahora me encontraba metido en “otro” mundo. Había caído tan bajo y sin embargo
no tenía en el fondo tanta culpa. ¿Qué había sucedido? En ese momento me vino
un recuerdo que casi me cortó la respiración. En aquella tarde aciaga, que dio
comienzo a mi actual desgracia, había ocurrido aquello mismo a mi padre;
durante un momento fue como si le hubiera desenmascarado y despreciado a él, a
su mundo y a su sabiduría. Sí, en aquel momento yo, que era Caín y llevaba una
marca en la frente, pensé que esa marca no era una vergüenza sino una
distinción y que yo era superior a mi padre, superior a los buenos y piadosos
precisamente por mi maldad y mi desgracia.
Sentía
ardientemente el deseo de descargarme, la necesidad de una verdadera confesión;
y presentía, sin embargo, que no podría explicar o decir todo a mi padre ni a
mi madre. Sabía que escucharían con cariño, que me tratarían con cuidado y
hasta me compadecerían; pero no comprenderían del todo y aquello se juzgaría
como una especie de desliz, siendo como era el propio destino.
El hombre
adulto, que ha aprendido a convertir una parte de sus sentimientos en
pensamientos, echa de menos éstos en el niño y cree que las vivencias tampoco
han existido. Pero yo no he sentido nunca en mi vida nada tan profundamente, ni
he sufrido nunca tanto como entonces.
El mismo día
de mi breve conversación con Demian, cuando me convencí de mi recobrada
libertad y ya no temí las recaídas, hice lo que tantas veces y tan
ardientemente había deseado: confesé.
La confesión
habría resultado menos decorativa y emocionante, pero hubiera sido más
fructífera. Ahora yo me agarraba con todas mis raíces a mi antiguo mundo
paradisíaco, había vuelta el, y fui acogido con clemencia.
Me hice más
joven, dependiente e infantil de lo que en verdad era. Me sentí obligado a
sustituir la dependencia de Kromer por otra nueva, pues era incapaz de andar
solo. Elegí con mi ciego corazón la dependencia de mis padres, del viejo y
querido “mundo de luz”, del que ya sabía que no era el único. De no haberlo
hecho así, tendría que haberme decidido por Demian y haberle confiado todo. Me
pareció justificarme por la desconfianza que me inspiraban sus extraños pensamientos;
en el fondo, no era más que miedo. Porque Demian me hubiera exigido más que mis
estímulos y reprimendas, con burlas e ironía. Sí, eso lo sé yo; nada hay más difícil
de asumir para el hombre que seguir el camino que conduce a sí mismo.
PREGUNTAS
-Frecuentemente, negociamos la firmeza de nuestro carácter
por obtener alguna aceptación, te ha ocurrido que niegues alguna parte de ti
mismo, por lograr algún nivel de aceptación en algún tramo de tu vida?
-Volver a ser niño, es negociar la firmeza de la adultez, por
la necesidad de depender de algo o alguien. Como ocurre con el amor cuando
consiste en procurarse protección y seguridad, a costa de la propia autonomía.
Podrías describir tu experiencia al respecto?
VIDEO EXPLICATIVO
No hay comentarios:
Publicar un comentario